Son figuras y acontecimientos que interpretan el mundo, a sus elementos y al hombre. Los mitos ofrecen al hombre la posibilidad de orientarse en su existencia. Hombre medieval En la Edad Media la actitud del hombre y la imagen del mundo sufren un cambio radical. La autoridad de la Iglesia era el papa, y del estado el emperador. Cerrar sugerencias Buscar Buscar. Saltar el carrusel. Carrusel anterior. Carrusel siguiente. Explora Audiolibros. Marcar por contenido inapropiado.
Descargar ahora. Carrusel anterior Carrusel siguiente. La Santisima Trinidad Esquema Completo de 18 Cantos. Buscar dentro del documento. Gladius, Buenos Aires, Alejandro Poot. Juan Carlos Avila Araujo. Fredy Delgado. Dany Bush. Julio Torres. Rosario Santos Martires. Jose Luis Estrada. Sharon AP. Gustavo Jimmy Garcia Paytan. Jessika Jimenez. Ruben Marroquin. Luis Enrique. Jose Fernando Pava. Cristian Sanchez.
Omelani Molina. Halcon Matinal. E in- teresarse por ella no tiene nada de malo. Las dos respuestas son correctas, pero nacen de premisas diferentes. Todo depende de lo que consideres esencial. Es un capricho, por supuesto Acabamos de ver que carece de un significado especial desde el punto de vista de los ciclos naturales.
Y luego Ahora bien, si el acontecimiento que uno espera no se cumple, hay que ele- gir. Y haces maravillas para reinterpretar el mensaje con el fin de descubrir la fecha verdadera. De este modo hemos visto aparecer continuamente a nuevos profetas en el curso de la historia. Sin embargo, era un hombre muy rigu- roso. Los milentas no se desaniman por ello La espera del cataclismo final pue- de tener efectos explosivos en la sociedad, provocar que se desplomen todas las prohibiciones.
La mayor parte de las sec- tas sobrevive muy bien a estos desmentidos reiterados. Y no han dejado de acuchillarse entre ellos. Es esta esperanza la que causa estragos. Nuestra sociedad paga muy caras las consecuencias de estas creencias. Un bajel estelar les aguardaba en la cola del cometa Hale-Boop para llevarles «a su casa». Hicieron con todo cuidado las maletas para el viaje El siglo II d. Los profetas son considerados revolucionarios. Las personas que ocupan el poder quieren conservarlo, y este deseo es un poderoso factor de inercia.
A menudo hay que empezar por los poderes establecidos para cambiar las co- sas. No pronostico que las cosas vayan a mejorar, pero al menos tengo la certeza de que poseemos los medios para luchar. Probablemente es lo mejor que cabe esperar Tanto que ni siquiera podemos medirlo con nuestros instrumentos. A comienzos del XIX, las personas cultivadas saben ya que el tiempo es largo. En cuanto se in- 1. La flecha del tiempo, Madrid, Alianza, No anda buscando un milagro.
Pero yo les ex- plico que esas distinciones no son caprichosas, al contra- rio. Actualmente sabemos que son bien reales: la historia de la vida estuvo jalonada por varias extinciones brutales. Sabemos, en consecuencia, que pueden ocurrir de nuevo. Sin embargo, desde finales del siglo XV, a Leonardo da Vinci le consterna que circulen esas ideas disparatadas.
Hay que poseer un conocimiento previo para com- prender que representan periodos de la historia de los seres vivos. Las primeras osa- mentas de dinosaurios se hallaron en Por supuesto, nunca recomienza a partir de nada. Es un razonamiento que nada justifica, ya que no tiene nada que ver con la escala de la vida humana. Supongamos que eres un ti- ranosaurio. La tierra misma no corre peligro. Pero para nosotros, humanos, esta escala de tiempo no es pertinente.
Ni una sola en esta tierra estaba viva en Respecto a concebir conceptos como el infinito o la eternidad, somos totalmente incapaces, no tenemos ni la menor idea Como no logramos concebir un fin en el espacio, hablamos del infinito. Pero no comprendemos realmente lo que significan esas cosas. Simplemente, es la escala que nos corresponde. Mi objetivo al hablar del universo bacteriano en ese libro era relativizar un poco la arrogancia humana. Entonces se me dice que no son conscientes y que por eso somos superiores.
No tenemos idea de sus capacidades reales. Si se valora la conciencia, el hombre se erige en el amo del mundo. Eso es. Eco lo aborda de cierta manera en El nombre de la rosa. Por eso el «malo» de Eco es tan interesante. Es un erudito, no soporta la idea de destruir ese texto. Es posible, pero improbable. Por consi- guiente, esta precocidad de la vida no es una prueba, sino un indicio.
El azar, las circunstancias. Seamos lo que seamos, debemos nuestra existencia a una serie de azares que se han producido en la historia de la vida desde su origen. Veamos, la mitad de la historia de la vida es la historia de un organismo uni- celular, las procariotas. Hasta hace 1. Luego, buscando bien, encontraremos sin duda algas multicelulares de hace 1. Una especie que de- saparece sale de los archivos. El programa de estudios universitario comprende una mezcla de las dos disciplinas, y cada alum- no las combina a su gusto.
Se- na enojoso, es cierto, que dentro de Lo que quiero decir es que no debe inquietarnos lo que le suceda al planeta. Sin embargo, hemos modificado los climas y los entornos ambientales tan profundamente que es inevitable que de ello se deriven algunas extinciones. La gente no ha adquirido suficiente conciencia de esta amenaza en caso de guerra nuclear. Quiero pensar que el efecto invernadero no presenta un pe- ligro importante para el propio planeta. No es, pues, un peligro para el planeta, sino para nosotros mismos.
Algunas personas consideran que la tendencia actual tiene todas las posibili- dades de perdurar y conducir al desastre. Pero de hecho no hay ninguna fatalidad, se puede incluso esperar que sere- mos lo bastante avispados para invertirla.
Pero esto es mejor que no enterarse nunca del problema Las cosas hubieran podido ser de otra ma- nera; por tanto, no se les puede dar un sentido a posteriori.
Pero formamos parte de ese proceso, aun cuando lo modifiquemos. El desarrollo de ambos es totalmente dis- tinto, los cromosomas son diferentes. Evidentemente, cuando se piensa en ello, el grueso de la antigua cultura griega ha desaparecido. Pero si logramos desarrollar nuestra cultura al tiempo que seguimos respetando nuestro pasado, tenemos posibili- dades de conservarla.
No obstante, pienso que somos sin duda lo bastante listos para hallar los medios de proteger todo eso. Al fin y al cabo, mu- chas cosas han sobrevivido a los siglos de forma milagrosa. No cesa de evocar esos men- sajes que atraviesan el tiempo. En vez de lamentarnos, agradezcamos haber en- contrado, por milagro, tantas cosas Y hay siempre numerosos factores que no tenemos en cuenta o que ignoramos para poder proseguir.
Pero no puede hacerse eso mismo con las perso- nas. No podemos decir: todas tienen un ADN. Lo que deci- mos es que Juan es distinto de Santiago, y lo que nos intere- sa es esa diferencia. Hasta donde sabemos, no hay vida sin agua.
Pero es posible que haya suce- dido en otro lugar. Pero tal vez me equivoque. Las cosas que cabe predecir no son muy interesantes. De nuevo to- pamos con el problema de la escala. Desde el punto de vista de la tierra, puesto que las bacterias la ha- bitan desde hace 3. Todas las formas de vida en la tierra se basan en el ADN.
Meteoritos marcianos caen en la tierra y vice- versa. En el prisma judeocristiano, por el contrario, la historia se consideraba un vector. Pero a partir del exilio en Babilonia, en el si- glo VI a. Puede ser la de un reino, un estado apacible del mundo.
El fin de los tiempos, sobre todo en el cris- tianismo, significa el fin de la historia. Se hacen las cuentas y se entra en la vida eterna. Es el fin de los tiempos. Es asimismo el fin del tiempo. Pero no es el fin del hombre. Una idea fundamental de este autor en La ciu- dad de Dios es que el tiempo es el lugar de la inseguridad.
Pero una vez que el tiempo se ha detenido y la historia se ha terminado, ya no hay posibilidad de pecar ni de hacer el mal ni de redimirse; es demasiado tarde. Eso es lo que significa el fin de los tiempos. El tiempo ha desaparecido. La eternidad lo ha sus- tituido. Esto concuerda por completo, creo, con el pensamiento judeocristiano.
Ahora vemos, dice, «como en un espejo», pero entonces veremos «cara a cara». Le veremos de frente, con todo su amor, su riqueza y su belleza inconmensurables.
La vida humana y la aventura de la humanidad se con- ciben, pues, como un viaje, y ese viaje tiene un objetivo. Pero este viaje, tortuoso o no, tiene para el creyente un destino, que es la felicidad absoluta y definitiva.
Corremos el riesgo de equivocar- nos, de llegar a callejones sin salida. Estamos de viaje pero perseguimos una meta concreta. No se debe, por tanto, mirar a derecha y a izquierda, dejar que te distraigan ni desanimarse. El fin del tiempo es en verdad el momento del paso, se accede bruscamente a otra realidad que es intemporal y que llamamos eternidad. Dicho de otro modo, a lo largo de la historia de la humanidad, su- jeta a los azares del tiempo, todo puede suceder, tanto lo mejor como lo peor.
Miren a la madre Teresa. Pero no es la primera finalidad busca- da. Lo que no impide, por otra parte, que los cristianos se comprometan activamente en la marcha y los asuntos del mundo. Es incomprensi- ble. La Biblia, en particular el Libro de Job, nos invita a no buscar los motivos de la existencia del mal. No pueden for- mularse en el curso del tiempo y con arreglo a nuestro en- tendimiento.
Se trata de un mito En cambio, hasta donde alcanza la vista, se ve a los hombres guerreando. Desde que hubo un hombre digno de ese nombre, hubo maldad, celos, orgullo y asesinato. Por lo tanto el pecado ha existido desde el primer hombre; y es eso sin duda lo que quiere decir el mito del pecado original. No podemos, en suma, rebelarnos contra las condiciones de nuestra vida ac- tual: la hemos merecido en una vida precedente.
El judeocristianismo y el is- lam no razonan de esta manera A Job se le presenta como un justo abrumado de repen- te por toda clase de desgracias. Pero Job replica, seguro de sus razones: «Me atengo a mi justicia y no cejo.
Dicho de otro modo, este texto nos recomienda tener la humildad de no dar explicaciones cuando no las hay. El que pre- tende enmendar la plana a Dios, responda» Job, Por otra parte, en vida le reprocharon el hecho de no ser un as- ceta. Era el producto de un senti- miento agudo del pecado. Se denominan los «estigmas». De temperamento sensible y afectuoso, quiso sufrir por el Cristo a quien amaba apasio- nadamente.
El juicio particular es el del alma. Creo que efectivamente, en el momento de la muerte, hay un balance, y que hay que rendir cuentas de lo que se ha hecho con la vida. De una condena a una muerte definitiva. Toda la Biblia nos dice que «Dios es justicia y misericordia». Por el contrario, el concepto de pena purgativa es muy antiguo y anterior al lugar y al sustantivo.
El infierno, por tanto, no existe ya en ninguna forma. Prefiero la de San Ireneo, que concuerda mejor con las escenas del Juicio Final descritas en los Evan- gelios.
El Reino va a llegar. Nosotros esperamos otros cie- los nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia. Anuncia el Juicio Final de la hu- manidad, pero precedido por tres secuencias. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Es un libro de consuelo y de espe- ranza. Cabe calificar esta es- peranza de «nostalgia del futuro». No tiene sentido, por tanto, aguardar un pe- riodo intermedio. No lo hizo hasta el siglo XIV, y con no poca re- nuencia. En efecto, a lo largo de la historia de- terminados grupos quisieron imponer el Milenio por la fuer- za.
He recordado todos esos he- chos en mi libro, aportando, en concreto sobre los extremis- tas checos del siglo XV, documentos desconocidos hasta ahora fuera de Bohemia. Fue un infatigable defensor de los in- dios. Sus habitantes formaban una sociedad «liberada de la Bestia». Ha sido como inundado por la san- gre de la Iglesia. Varios hechos me parecen indicar Tomemos simplemente las pala- bras de George Bush tras la guerra del Golfo, sobre Estados Unidos como adalid de un «nuevo orden mundial» de paz y de justicia.
El lazo entre los dos tipos de literatura se manifiesta con claridad en la obra del dominico italiano Campanella Estoy convencido de que dichas conexiones existen. Hay que enumerarlas. Hay que comprender que el gran momento de la caza de brujas no es la Edad Media, como a menudo se cree, sino un lapso que se extiende desde fines del siglo XV a principios del XVII, es de- cir, el Renacimiento.
No se imaginaban que la humanidad pudiese tener un largo futuro por delante, ni un futuro a secas. La consideraban vieja y cercana al fin. Los milenaris- tas eran minoritarios. Como la humanidad entera iba a hacerse cristiana, el fin de los tiempos era ya inminente. Por consiguiente, creo que hay que relativizar las cosas a este respecto.
Sin embargo, no soy de tempera- mento pesimista. Pienso que la creatividad del hombre es muy grande. Dicho esto, acabo de regre- sar de un corto viaje a Brasil. Tene- mos que estar muy atentos, muy vigilantes, porque la huma- nidad no tiene la partida ganada de antemano.
No podemos subes- timar esas amenazas. Pero no se trata de cruzarse de brazos. Pero deposito mi espe- ranza en la misericordia de Dios y espero conocer a Su lado y con mis hermanos humanos la felicidad en el amor. Pero su curiosidad insaciable le indujo muy pronto a subir a las candilejas para explorar re- giones infrecuentes del saber.
Rara vez se utiliza el imperfecto de subjuntivo. Un intento de pensar y expresar toda la di- versidad de las situaciones en el tiempo. Lo que es, desde luego, una tarea imposible. El futuro perfecto, que introduce un pasado en el futuro, es de un refinamiento extraordinario.
Pero no existe I came en el sentido de «vine». La advierto. No es po- sible encontrar lo infinitamente breve, la esencia misma del presente, ni fijarlo ni medirlo. Es un movimiento irreme- diable. No es una sorpresa, porque Siva gana siempre.
Probablemente porque, para los indios, el problema no reside en eso. Hay descripciones muy concretas del Kali Yuga en los textos sagrados de la India, en especial en el Mahabharata. Estas leyes forman el esqueleto de la sociedad india desde hace mucho tiempo. Los textos son muy precisos. Los buitres acuden a la plegaria.
Las predicciones del fin del mundo tienen signos co- munes un poco por todas partes. Se presenta cabalmente como un hecho. El porvenir es con frecuencia inespe- rado. Pero si todo va de mal en peor, como dicen algunos, hay una cosa que va cada vez mejor: la calidad del vino me- jora en todas partes del mundo. Lo cual es alentador. Todo el mundo lo afirma, empe- zando por los viticultores. Vinos particulares, personales, que rechazan la uniformidad.
Los viticultores han hecho esfuer- zos considerables de encepe. No juego a profeta agorero. Este tiempo de Kali es pavoroso. Es irremediable.
En realidad Brahma inter- viene muy poco. La estatuaria india repre- senta a menudo a Siva con cuatro manos. La cuarta mano es un dedo que apun- ta hacia los pies del dios. Siva, de pie sobre uno de los dos que tiene, aplasta con su peso a un demonio.
Siva ha vencido, pero no se ha perdido toda la esperanza. La propia estatua es un ciclo. Reaccionan ante ella a su manera. Si todo valor, toda belleza se destruyen al final de un ciclo, el mundo corre el peligro de no reaparecer nunca. Nadie lo dice. En un sentido, el Gita recoge todo lo que le ha precedido y lo desa- rrolla en determinados puntos.
Es un texto complejo. No soy capaz de ha- cerlo. Es un hecho. Repitamos que es imposible asimilar el pensamiento in- dio o el chino, o el maya a nuestros conceptos occidentales. No poseemos el monopolio del pensamiento. Existe, un poco en todo Occidente, un racismo del intelecto del que tenemos que deshacernos. El tiempo indio no se reduce al nuestro. La nada es un no-tiempo. Pero viene a ser lo mismo. Pero primero termino Es la residencia de Indra, el rey de los dioses.
Ciudad errante en los espacios, no se encuentra nunca en el mismo lugar. Se trata, me parece, del primer viaje espa- cial que se haya descrito nunca. Anterior incluso al de Elias. De vez en cuando, si el mundo va demasiado mal, «desciende» y adopta una forma, no solamente humana, sino terrenal.
Su segundo avatara es una tortuga, animal anfibio que vive tanto en el agua como en la tierra. Reside en los bosques. Tal es su dharma. No se sabe nada al respecto.
Matad a quien se proclame Buda. Ma- tad al dios autonombrado. Todas las grandes religiones nos invitan a estar pre- parados para un acontecimiento inminente. La amenaza es terrible y poderosa. Los tiempos se han consumido.
Este mundo brutal y absurdo no puede durar, etc. Hay que estar listo para partir Hay base pa- ra afirmar que se trata de dos personajes distintos. En otras tradiciones, ese personaje providencial del que usted habla se eclipsa de pronto. Se convierte en la esperan- za escondida. Esos personajes todopoderosos, justificados por el estado del mundo, han de- cidido abandonarlo. Ignoramos realmente todo esto.
Nosotros cuatro estamos de acuerdo en este punto. Hay, pues, que seguir vi- viendo, a la espera de que el cielo nos aplaste. El estado de urgencia ha desaparecido. Hay que durar. Hay que aceptar el tiempo, que ha optado por no detenerse. Luego se eclipsa, para resurgir en formas atenuadas. Hay que fechar el fin de las fechas. El vidente fija el fin para el 15 de mayo por la noche, por ejemplo. Suben a la cima de una colina, se des- nudan y esperan tiritando a que el cielo se entreabra.
Son doscientos o trescientos apretados unos contra otros. Rezan con fervor. El sol sale, ellos abren los ojos como platos. No sucede nada. En- tonces empiezan a mirarse. Hay que descender de la colina, ponerse la ropa.
0コメント